Hay personas que, ante las dificultades que aparecen a su paso, siguen esbozando su mejor sonrisa y continúan disfrutando de lo que la vida les ofrece. A otras, sin embargo, les basta un pequeño contratiempo para que se les agrie el carácter. Decimos de las primeras que adoptan una actitud positiva hacia la vida, mientras que las segundas carecen de ella.

Pero, la actitud positiva… ¿nace o se hace?

Afortunadamente, la positividad es una habilidad que podemos (y debemos) aprender, así que cuanto más la practiquemos, con más naturalidad nos saldrá poner al mal tiempo buena cara.

Entre otros beneficios, adoptar una actitud positiva en nuestro día a día nos permitirá identificar las dificultades como retos y superar así los obstáculos que vayamos encontrando en nuestro camino, con ella seremos capaces de entender los fallos como oportunidades de aprendizaje y podremos vivir así una vida más equilibrada, encontrando nuestro bienestar personal.

Ahora que sabes lo valiosa que es esta habilidad, ¿te animas a enseñar a tus hijos/as y/o alumnos/as a partir de 10 años a ser más positivos?

Te propongo realizar la siguiente actividad con ellos/as en casa o en clase en el tiempo de tutoría:

Ved juntos/as el cortometraje “El regalo”:

A continuación, modera un debate entre ellos/as guiándote con estas preguntas:

¿Cuál creéis que es el verdadero regalo que recibe el niño del vídeo?

¿Observáis un cambio de actitud del niño antes y después de recibirlo? ¿En qué lo notáis?

¿Qué habéis sentido cuando veis lo que le ocurre al niño?

¿Cómo os sentiríais vosotros/as en esa situación?

Si te apetece, modifica estas preguntas o inventa otras distintas que consideres más adecuadas a tu grupo.

  • Os sugiero ahora que juguéis al “No hay mal que por bien no venga”.

Por parejas o grupos de 4 personas, pensad en una situación desfavorable. Por ejemplo: esta mañana me he despertado tarde porque no me ha sonado el despertador. Como estaba enfadado/a he discutido con mi madre, por lo que luego me he sentido mal, y encima he llegado tarde a clase.

Luego imaginad una o varias consecuencia/s positiva/s de la situación que habéis planteado. Siguiendo con el mismo ejemplo: de esta experiencia he aprendido que debo ser más responsable y comprobar que la alarma del despertador está bien colocada, porque así evitaré llegar tarde a la escuela. Si esto me volviera a pasar, a pesar de estar enfadado/a procuraré explicar lo que me ocurre de forma calmada, para así no enfadarme con mi familia, ya que eso me hará sentir aún peor.

  • Para terminar, podéis poner en común cómo os sentís al evaluar de forma positiva lo ocurrido, si creéis que este método es válido para cualquier situación y si os parece muy complicado hacerlo.

El objetivo de este ejercicio es que los/as chicos/as comprueben que está en sus manos encontrar el lado bueno de las cosas y que entiendan los grandes beneficios que pueden obtener si integran en sus vidas este hábito.

Si deseas que te diseñemos talleres y/o dinámicas para aplicar la Educación Emocional en casa o en el aula, no dudes en ponerte en contacto con nosotros mandándonos un correo a educacion@ciaramolina.com.
¡Estaremos encantados de ayudarte!