Cuando aceptamos nuestro derecho y nuestra responsabilidad de buscar nuestro propio bienestar a nivel emocional, físico, psicológico, etc., somos capaces de disfrutarlo conscientemente y de transmitirlo a los demás, contribuyendo así al bienestar de nuestra familia, amigos y de la sociedad en general, estamos poniendo en práctica nuestras competencias para la vida y el bienestar.
Una forma de desarrollar esta habilidad es aprendiendo a relativizar nuestros problemas. ¿Qué conseguiremos con ello? La respuesta es la capacidad de observarlos desde un punto de vista objetivo y realista que nos permita ocuparnos de resolverlos con actitud proactiva (actitud positiva + acción), experimentando con ello emociones agradables como la satisfacción, el orgullo, la confianza, etc., en lugar de preocuparnos y autogenerarnos emociones desagradables como la preocupación, el agobio, la angustia, la ansiedad, etc., que nos conduzcan a posibles bloqueos y malestar emocional.
OBJETIVOS:
- Reconocer la importancia de adoptar una actitud favorable al bienestar, tanto para nosotros mismos como para nuestro entorno.
- Aceptar que tenemos derecho a experimentar bienestar y, a la vez, asumir nuestra responsabilidad en su búsqueda y autogeneración.
- Trabajar nuestra capacidad para generarnos bienestar a través de la relativización de nuestros problemas.
METODOLOGÍA:
Con esta actividad vamos a fomentar la reflexión de los chicos para que tomen conciencia de la importancia de GENERARSE Y GENERAR BIENESTAR a través de la relativización de sus problemas. Para ello, vamos a analizar juntos el cuento <<El problema de los otros>> de Paulo Coelho.
Reparte entre tus chicos este cuento para que puedan leerlo individualmente en silencio. Si te apetece, puedes poner música suave de fondo y apagar alguna de las luces para crear una atmósfera que invite a la conexión con uno mismo.
EL PROBLEMA DE LOS OTROS (Paulo Coelho)
“Érase una vez un sabio muy conocido que vivía en una montaña del Himalaya. Cansado de convivir con los hombres, había optado por una vida sencilla. Y pasaba la mayor parte de su tiempo meditando.
Su fama, no obstante, era tan grande que las personas estaban dispuestas a caminar por estrechos senderos, subir colinas escarpadas o vadear caudalosos ríos sólo para conocer a aquel hombre santo, al que creían capaz de resolver cualquier angustia del corazón humano.
Este sabio, como era un hombre muy compasivo, no dejaba de dar un consejo aquí y otro allá, pero procuraba librarse cuanto antes de los visitantes no deseados.
A pesar de todo, éstos aparecían en grupos cada vez mayores y, en cierta ocasión, una multitud se agolpó a su puerta diciendo que en el periódico local se habían publicado bellas historias sobre él y que todos estaban seguros de que sabía cómo superar las dificultades de la vida.
El sabio no dijo nada; les pidió a todos que se sentasen y esperasen. Pasaron tres días y no paraba de llegar gente. Cuando ya no quedaba espacio para nadie más, él se dirigió a la muchedumbre que esperaba frente a su puerta:
– Os voy a dar la respuesta que todos queréis. Pero debéis prometedme que, a medida que vuestros problemas se solucionen, les diréis a los nuevos peregrinos que me fui de aquí, de manera que yo pueda continuar viviendo en la soledad que tanto anhelo.
Los hombres y las mujeres presentes hicieron un juramento sagrado: si el sabio cumpliese lo prometido, ellos no dejarían que ningún otro peregrino subiese a la montaña.
– Contadme vuestros problemas –pidió entonces el sabio. Alguien comenzó a hablar, pero fue inmediatamente interrumpido por otras personas, ya que sabían que aquélla era la última audiencia pública que el hombre santo daría y temían que no tuviera tiempo de escucharlos a todos.
A los pocos minutos, la situación ya era caótica: multitud de voces gritando al mismo tiempo, gente llorando, hombres y mujeres arrancándose los cabellos de desesperación ante la imposibilidad de hacerse oír.
El sabio dejó que la escena se prolongase un poco más y por fin gritó:
–¡Silencio!
La multitud enmudeció inmediatamente.
–Escribid vuestros problemas y dejad los papeles aquí, frente a mí.
Cuando todos terminaron, el sabio mezcló todos los papeles en una cesta, pidiendo a continuación:
–Id pasando esta cesta de mano en mano y que cada uno saque un papel y lo lea. Entonces podréis cambiar vuestro problema por el que os ha tocado o pedir que os devuelvan el papel con el problema que escribisteis originalmente.
Todos los presentes fueron tomando una de las hojas de papel, la leyeron y quedaron horrorizados. Sacaron como conclusión que aquello que habían escrito, por muy malo que fuese, no era tan serio como lo que afligía a sus vecinos. Dos horas después intercambiaron los papeles y cada uno volvió a meter en su bolsillo su problema personal. Aliviado al saber que su aflicción no era tan dura como se imaginaba.
Agradecieron la lección, bajaron la montaña con la seguridad de que eran más felices que los demás. Y cumpliendo el juramento realizado, nunca más permitieron que nadie perturbase la paz de aquel hombre santo.”
Pídeles ahora que escriban con sus palabras la enseñanza que el escritor ha querido transmitir con esta historia. Puedes guiar su reflexión a través de preguntas como éstas:
- ¿Para qué subían todas esas personas a la montaña del Himalaya?
- ¿Qué esperaban recibir del sabio que vivía allí?
- ¿Cuál era el mayor anhelo de ese sabio?
- ¿Qué estrategia ideó para conseguirlo?
- ¿Qué emociones crees que sintieron las personas allí presentes cuando leyeron esos papeles?
- ¿Con qué emociones y/o sentimientos regresaron dichas personas a sus casas y a qué piensas que se debe esto?
- ¿Qué has aprendido tú de esta historia?
- Cuando tienes problemas, ¿los compartes con alguien o te los guardas para ti? Si no los expresas, ¿cuál es la razón por la que te comportas así?
- ¿Cómo sueles abordar dichos problemas? Huyes de ellos, te enfrentas directamente hasta que consigues superarlos, los ignoras, te bloqueas por las emociones desagradables que te generan, los comentas con alguien de confianza (familia, profesores, amigos…) para pedir ayuda, buscas en internet cómo resolverlos, etc.
- ¿Conocer los problemas de otras personas te ayuda? ¿Por qué?
- Cuando comparas tus problemas con los de otras personas, ¿cómo te sientes? ¿Por qué crees que experimentas esas emociones?
- ¿Qué acción/acciones puedes realizar para generarte bienestar cuando te encuentres ante dificultades?
Es el momento ahora de la puesta en común. Pídeles que se organicen en grupos de 4-5 personas y compartan sus reflexiones acerca de este cuento, deliberando juntos hasta llegar a una conclusión que satisfaga a todos y que sea la que desean transmitir al resto de sus compañeros.
Para finalizar, ¿qué tal si creáis un mural con las estrategias que habéis enumerado para generaros bienestar en momentos difíciles? Así podréis recurrir a ellas siempre que lo necesitéis.
Si deseas que te diseñemos talleres y/o dinámicas para aplicar la Educación Emocional en casa o en el aula, no dudes en ponerte en contacto con nosotros mandándonos un correo a educacion@ciaramolina.com.
¡Estaremos encantados de ayudarte!